Las sensaciones de estas navidades han sido buenas, sigue la rigidez interna y la poca flexión de la articulación, pero por lo menos ya me deja salir a caminar, aunque sea por hielo duro, duro, duro, como nos ocurrió en el Moncayo, el 9 de enero.
Cierto que había oído muchas veces hablar de esta aislada montaña, y la verdad es que lo que había leído de la ruta la ponían ciertamente fácil. Una pateada suave hasta la cresta y luego todo derecho hasta la cumbre. Lo que nos encontramos a pesar del sol y del buen día fue, una nieve dura-casi hielo, y viento de 85 km/h en cuanto nos asomamos a la cresta. El día muy completo, pero también muy alpino.
Un lugar recomendable, aunque tan sólo sea por las vistas: la extensión completa de la provincia de Zaragoza y de la de Huesca, un balcón increíble sobre los Pirineos... y ya estamos preparando las siguientes.
Paloma enfrentándose a las primeras rampas del Moncayo.
Paloma en la arista cimera, con un terrible viento.
Cumbre
La cumbre al fondo
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