ANSIEDAD: "Estado de agitación, inquietud o zozobra del ánimo" (Diccionario de la RAE).
Quizá en nuestras tierras notemos más que nadie esta sensación, creo que por el hecho de vivir más alejados que nadie en España de los grandes macizos montañosos que, a muchos de nosotros, nos llaman con palabras dulces e insinuantes.
En muchas personas esa ansiedad se acrecenta en invierno. Las montañas blancas, frías, arrebatadoras mujeres de curvas perfectas, corredores lamidos por un brillo único, el frío y la necesidad de escapar de nuestra anodina vida, de nuestras jaulas de hormigón, nos llevan a lanzarnos al monte.
¿Que está ocurriendo con la gente? ¿Que nos lleva a semejantes locuras invernales?
Mea culpa. He pecado de pensamiento pero no de obra, por eso, creo que sigo siendo una persona cabal, coherente y racional, diferente a todas esas otras que, sin valorar lo que tienen, sucumben a la necesidad de hacer, a la ansiedad de la montaña invernal. Señores, el monte no es un rocódromo.
Llega el invierno y TODOS tenemos unas ganas enormes de actividad, la diferencia, los años te enseñan a esperar, a no sucumbir, si no se puede, no se puede.
Llevo 4 meses de libertad total, tiempo libre, tiempo de montaña, tiempo de posible actividad. Veo los piolets afilados y se me ocurren docenas de posibilidades, miro hacia la cuerda y me la imagino mojada, rozada contra el hielo cristalino, los crampones se mueven solos hacia la puerta de casa... la cierro, soy objetivo, no es momento para poner en peligro la vida de uno, la montaña puede ser maravillosa, pero también un horrible lugar.
Sepamos esperar, seamos coherentes con nuestros actos, no nos lancemos a una aventura final, dejemos la ansiedad para otros menesteres.
Valoremos antes de arriesgar.
De imprudentes está plagado el monte, no seamos uno más.
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Saludos invernales (preocupados ante la llegada de otro fin de semana).
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